Uno de cada siete encuestados reconoció que no podía calmar sus propios miedos, mientras que uno de cada 18 tenía pensamientos suicidas. El incremento de la violencia doméstica, la interrupción de la educación y la preocupación por el empeoramiento de los ingresos y la salud de las familias contribuyen a este tipo de situaciones.
En el caso de los niños que padecen abusos físicos, la probabilidad de sentirse tan desesperado hasta el punto de no querer seguir viviendo aumenta a uno de cada cinco, mientras que el miedo es una constante que se multiplica por cuatro entre los menores que ya trabajan.
El director de World Vision en Asia Oriental, Terry Ferrari, considera "urgente" que se atiendan las necesidades de los niños, también su salud mental. "Se puede hacer mucho más para luchar contra el estigma y promover una mejor comprensión de los problemas que afligen a nuestros niños, que merecen tener esperanza y alegría por un futuro mejor", ha reclamado en un comunicado.
Blessing, una adolescente birmana de 17 años, ha recordado que "los niños y jóvenes sufren actualmente angustia emocional debido al cierre de las escuelas y a la falta de actividades físicas" y ha pedido ayuda en nombre de todos los menores: "Queremos que los padres y los cuidadores comprendan nuestros sentimientos y dificultades, y que nos proporcionen apoyo emocional y espiritual".
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Nj productora