Nuestro reloj biológico ha evolucionado durante millones de años para ayudarnos a sobrevivir. Cada célula del cuerpo tiene una colección de proteínas que indican el tiempo, en función de sus niveles. Saber si es de día o de noche significa que nuestro cuerpo puede ajustar sus funciones y comportamientos (como cuándo queremos comer) a la hora correcta.
Nuestro reloj biológico hace esto generando ritmos de 24 horas (también denominados ritmos circadianos) en el funcionamiento de las células. Por ejemplo, nuestro reloj biológico se asegura de que solo produzcamos melatonina al caer la noche, ya que esta sustancia química nos hace sentir cansados, lo que indica que es hora de dormir.