«Nada puede borrar la violación de la dignidad, los males sufridos y la confianza traicionada. Y tampoco debe borrarse nunca la vergüenza de nosotros , los cristianos. Sin embargo, es necesario volver a empezar», señalóo el Papa.
«No debemos olvidar que también en la Iglesia el trigo se mezcla con la cizaña. Y precisamente a causa de esa cizaña quise realizar esta peregrinación penitencial, y comenzarla esta mañana haciendo memoria del mal que sufrieron los pueblos indígenas por parte de muchos cristianos y con dolor pedir perdón», explicó Francisco en su discurso en español.
Y añadió: «Me duele pensar que algunos católicos hayan contribuido a las políticas de asimilación y desvinculación que transmitían un sentido de inferioridad, sustrayendo a comunidades y personas sus identidades culturales y espirituales, cortando sus raíces y alimentando actitudes prejuiciosas y discriminatorias, y que eso también se haya hecho en nombre de una educación que se suponía cristiana».
La visita forma parte de una «peregrinación de penitencia» que está realizando el Sumo Pontífice. A lo largo de más de un siglo, al menos 150.000 niños indígenas fueron apartados de sus familias y obligados a asistir a 139 escuelas gestionadas por la iglesia católica. Muchos han testificado sobre el abuso físico, así como sobre los castigos por hablar en su lengua materna.
Antes de ir a una de ellas, a la Escuela Residencial Ermineskin, el Papa visitó el cementerio, donde muchos de los que asistieron a ese colegio están ahora enterrados. En total, más de 4.000 niños murieron por maltratos y enfermedades en los internados católicos canadienses.
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Nj productora