Indica que las personas físicas y jurídicas que integraban dicho entramado adquirieron fincas, terrenos, villas, casas, apartamentos, edificios y locales comerciales para uso y disfrute personal y ocultar dinero ilícito, armas de fuego y sustancias controladas, a través de testaferros y empresas constituidas para este fin.
En algunos de los terrenos fueron levantados edificios y residenciales para venta y renta, mediante constructoras e ingenieros, y adquiridos vehículos de alta gama.
En cuanto al sector financiero, la estructura delictiva se dedicaba a la compra y venta de divisas.
Los involucrados operaban bancas de apuestas “para justificar ganancias” e invirtieron dinero en obras de arte, vehículos de alta gama, embarcaciones, relojes y joyas. Asimismo, representando a jugadores profesionales de béisbol y en campañas políticas.
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