La experta ha afirmado que muchas veces, cuando se hace un diagnóstico de TEA, no se evalúan específicamente las dificultades en la regulación de la atención y de la conducta, más característicos del TDAH, porque se superpone la sintomatología de los dos trastornos o porque solo se considera el diagnóstico principal "como un cajón de sastre en que cabe todo".
En este sentido, el estudio deja claro que es clave afinar mucho más en el diagnóstico y precisar si, por ejemplo, los pacientes también tienen TDAH, porque hay mucho más riesgo de presentar problemas emocionales. "Si no se detecta, no se puede tratar adecuadamente. Hay que ser más rigurosos, puesto que, si ajustamos la intervención y el acompañamiento, esta persona tendrá un mejor pronóstico y una mejor evolución", ha añadido Morales.
Según el estudio del grupo de investigación Nutrición y Salud Mental de la URV, el 32% de los niños y niñas en edad escolar con TEA tienen problemas emocionales clínicamente significativos, sobre todo ansiedad y depresión, un porcentaje que es del 38% en los que tienen TDAH y que sube hasta el 57% en los que tienen el doble diagnóstico.
El estudio forma parte del proyecto EPINED (Estudio Epidemiológico del Trastornos del Neurodesarrollo) y ha sido liderado por la catedrática de la URV Josefa Canals junto con Núria Voltas, Carmen Hernández y Paula Morales.
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